María Asunta al Cielo ruega por nosotros...

 


Queridos hermanos paz y bien…

El mes de agosto es un mes especial para los franciscanos, sea porque celebramos fechas muy especiales. Arrancando el mes nos preparamos para la fiesta del perdón de Asís en honor a nuestra señora de los ángeles de la Porciúncula, luego la solemnidad de nuestra madre Santa Clara y no muy lejos de esa celebración tenemos la solemnidad de Santa María Asunta a los cielos, declarada así por la Iglesia como una gran celebración que conmemora el tránsito de María de la muerte a la vida eterna junto con Dios, es uno de los últimos dogmas de la Iglesia  en la cual “María no sufre la corrupción de este mundo sino que es llevada al cielo en cuerpo y alma para gozar de la plena gloria de Dios junto con su hijo”.

 Este último dogma decretado como tal, ha estado presente en la Iglesia como creencia desde los primeros siglos, sin embargo fue declarado como dogma recientemente. Los ortodoxos nos hablan de la Dormición de María. Hubo muchos siglos de diversa opinión respecto si María murió o no murió, pero el Papa Juan Pablo II definió que María realmente murió para seguir el camino de Cristo, y luego despertó, resucitó, en cuerpo y alma, en el Reino de Dios.

Para poder entender mejor esto, debemos remontarnos a las fuentes históricas, si bien es cierto muchos de los datos que conocemos en la actualidad son extraídos de fuentes no oficiales, Los escritos apócrifos, que proliferaron desde el siglo II, y no fueron aceptados dentro del canon de la Biblia, hablan de la asunción de María. Muchos textos nos han llegado de los primeros siglos en griego, siríaco, copto, armenios, unos sesenta por lo menos, todos ellos tienen en común el tema general del fin de la vida de María, su pasaje (Transitus) o dormición y su asunción al cielo.

 El primer padre de la Iglesia que plantea la cuestión del fin terrenal de María es Epifanio de Salamina en su escrito Panarion (377). Conociendo la tradición palestina no sabe qué responder y prefiere guardar el silencio que guardan las Escrituras: 

“La Escritura ha mantenido el silencio más completo del prodigio para no suscitar un estupor excesivo en el ánimo de los hombres. Personalmente no me atrevo a hablar, prefiero quedarme en silencio y meditación… No pretende que ella sea inmortal, pero no afirmamos tampoco que ella se haya muerto.”

 En el siglo VI la situación cambia porque encontramos una clara alusión de la Asunción de María en el obispo Teokteno de Livia; en la cual invita a celebrar “la fiesta de las fiestas, la Asunción de la Siempre Virgen”, y afirma explícitamente que así como Enoc “fue asunto de este mundo porque a Dios le plugo, y no vio la muerte, a mayor razón Dios asume a María en cuerpo y alma al paraíso de las delicias.” Además Teokteno tiene otras consideraciones teológicas del significado de la Asunción: 

“Cuando estaba en la tierra ella velaba por todos… Asunta en el cielo, constituye para el género humano una fortaleza inexpugnable, intercediendo por nosotros ante su Hijo y ante Dios.”

En Occidente el primer testimonio lo tenemos en Gregorio de Tours (+ 594), quien afirma que Cristo vino a buscar el alma de María, y luego, después que los apóstoles la habían puesto en el sepulcro, “Por segunda vez el Señor se presentó a ellos, ordenó que el santo cuerpo fuese tomado y llevado al paraíso sobre una nube. Habiéndose unido con su alma, exulta ahora junto con los elegidos y goza del bien eterno que no tiene fin.

San Beda el Venerable (+ 735), uno de los padres más famosos del medioevo tiene una homilía mariana que habla sobre esta doctrina, aunque hay estudios que afirman que esta homilía no le pertenece, sin embargo es interesante observar la búsqueda doctrinal reflejada en las homilías de la época. Dice la homilía que María permaneció con los apóstoles “hasta que su Hijo la asumió al cielo donde está ante él sin dejar de suplicar por los pecadores.”

Ambrosio Ruperto (+ 781), otro monje inglés, escribe homilías sobre la asunción de María donde; no quiere profundizar de la forma exacta cómo ocurrió, si con el cuerpo o sin el cuerpo, “lo que es cierto es que ella está como reina en el cielo, porque ella generó al Rey de los ángeles.”

Pascasio Radberto (+ 870) monje francés, afirmando la Asunción de María tampoco quiere profundizar si fue con el cuerpo o sin el cuerpo, debido a que no hay evidencia bíblica y considera los apócrifos como fantasías. Pero Rantramo de Corbie (+ 868) responde a esta imprecisión de manera clara tomando como argumento válido la especulación razonada, debido a que en la Biblia no está todo dicho, es necesario la profundización; así afirma que María está asunta al cielo; que existe una relación entre la carne de Cristo y la de María, así como la carne de Cristo no sufrió la corrupción, la de María tampoco. El autor tiene “miedo de afirmar que aquel cuerpo santísimo del cual Cristo tomó la carne tuviese la misma suerte que nos toca a todos.”

Antes de la aprobación del dogma, entre los años 1948-50, el patrólogo Berthold Altaner afirma que no existen argumentos suficientes, bíblicos, históricos o especulativos para aprobar el dogma de la Asunción. G. Filograssi, profesor de la Gregoriana responde en 1949 con un argumento que favoreció la aprobación del dogma, afirmando que la ciencia teológica tiene otra metodología que paciencia histórica del mundo, y que esta creencia sobre María forma parte del Depositum Fidei (SS. Juan Pablo II, 1992), la verdad de María asunta a los cielos está relacionada básicamente con las otras verdades Marianas, sobre todo la Maternidad Divina de María.

Ahora nos toca a nosotros luego de profundizar sobre esta verdad, dar un espacio en nuestro corazón para venerar el amor santísimo de nuestra Madre, así como lo hiciera Francisco, nuestra espiritualidad se basa en el amor a María y no por algo es la Madre de nuestra Orden y es en la imagen de María como reina Asunta al cielo que tomamos la representación de Nuestra señora de los Ángeles de la Porciúncula ambas son la misma representación una asumida por nuestra orden y la otra de la Iglesia en general.

Por ello ahora te invito a reflexionar lo siguiente:

1.      ¿Qué representa para ti conocer sobre el dogma de la Asunción de María?

2.      ¿Cómo franciscanos seglares cómo daríamos a conocer este dogma a los demás?

3.      Relata a modo de historia cómo te imaginas que fue la dormitación, asunción y recibimiento de María en los cielos.

 

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