A NUESTRA SEÑORA DE LOS ANGELES
Quien
ha podido visitar alguna vez un templo franciscano podrá entender el
significado de esta fiesta. En todas las iglesias donde habita el espíritu de
san Francisco, existirá la devoción a la santísima virgen María bajo la
advocación de Inmaculada (libre de mancha del pecado) y gloriosa llevada al
cielo por los ángeles (Virgen asunta) está ultima reconocida como NUESTRA
SEÑORA DE LOS ÁNGELES DE LA PORCIÚNCULA.
Y
es que lleva ese nombre por el lugar donde nace la devoción, allá donde todo
empezó en la pequeña capilla de la Porciúncula, y es llamada así por sus dimensiones
tan pequeñas. Cuentan los biógrafos que san Francisco amaba mucho este lugar ya
que significaba el inicio de su camino es allí donde el santo funda su orden
allá por el año 1209, es aquí donde recibirirá en la noche de domingo de ramos
de 1211 a Clara de Favarone quien tomaría el hábito religioso y consagraría su
vida a Dios, dando lugar a la Orden de hermanas clarisas, llamadas damas pobres
y es en este mismo lugar donde se dirá el acontecimiento más grande de la Orden
donde reunió el famoso capítulo de las Esteras, en la que participaron más de
cinco mil frailes, es por esto y muchas razones más que el santo amaba este
lugar que incluso murió devotamente, depuesto sobre la desnuda tierra, al
atardecer del 03 de octubre de 1226.
Narra
un texto antiguo que en este lugar se da un acontecimiento importante para toda
la Iglesia, y es que por intercesión de san Francisco logra el perdón de las
penas ocurridas por el pecado a través de una gran indulgencia que se da año
tras año en esta fecha:
Encontrándose el
bienaventurado Padre Francisco junto a Santa María de la Porciúncula, una noche
le fue revelado por el Señor que tenía que ir al Sumo Pontífice, el Señor Papa
Honorio, que entonces estaba en Perusa, para impetrar la indulgencia para la iglesia
de Santa María de la Porciúncula, que él había reparado hacía poco.
Levantándose al
alba, llamó a su compañero fray Maseo da Marignano y se fue al dicho señor Papa
Honorio, le dijo: ‘Padre santo y señor mío, hace poco que he restaurado una
iglesia en honor de la Virgen gloriosa; suplico a Vuestra Santidad que
otorguéis una indulgencia sin tener que dar una limosna’. Respondiéndole, el
Papa dijo: ‘No es oportuno hacerlo; en efecto, quien pide indulgencia es
necesario que extienda su mano para ayudar. Pero dime, cuántos años quieres y
cuanto de la indulgencia debo yo poner’. San Francisco e respondió: ‘Padre
Santo, ¡séale grato a Vuestra Santidad no el darme años sino almas!’ El señor
Papa dijo: ‘¿Cómo, quieres almas?’ Respondió el bienaventurado Francisco:
‘Quiero, Padre Santo, si es del agrado de Vuestra Santidad, que cuantos
confesados y contritos, y, como es debido, absueltos por el sacerdote, entrenen
dicha iglesia, sean librados de la pena y de la culpa, en el cielo y en la
tierra, desde el día de su bautismo hasta el día y la hora de su entrada en la
dicha iglesia’. Y el Señor Papa replicó: ‘Es una cosa muy grande lo que pides,
Francisco, pues nunca la Curia romana acostumbró a conceder una indulgencia
semejante’.
Dijo el
bienaventurado Francisco: ‘Señor, lo que pido, no lo pido por iniciativa mía,
sino de parte de Aquél que me ha mandado, es decir, del Señor Jesucristo’.
Entonces el Papa le interrumpió al instante, diciendo tres veces: ‘¡Nos place
que la tengas!’. Los señores cardenales que estaban allí presentes
intervinieron: ‘Poned atención, Señor, que si concedéis a este una indulgencia
tal, destruís la de ultramar’.
El Señor Papa
respondió: ‘Se la hemos dado y concedido; no podemos ni debemos anular lo que
hemos hecho. Pero modifiquémosla, para que se extienda sólo a un único día
natural’. Entonces volvió a llamar a fray Francisco y le dijo: ‘He aquí que
desde este momento concedemos que quienquiera se acerque a dicha iglesia y
entre en ella contrito y bien confesado, sea absuelto de la pena y de la culpa.
Y queremos que esto tenga valor cada año para siempre, sólo por un día natural,
desde las primeras vísperas incluida la noche hasta las vísperas del día
siguiente’. Entonces el bienaventurado Francisco, inclinando la cabeza, se
disponía a salir del palacio y el Señor Papa viéndolo que se iba le volvió a
llamar diciéndole: ‘Oh simplicísimo, ¿cómo es que te marchas? ¿Qué cosa llevas
contigo de esta indulgencia?’. El Bienaventurado Francisco respondió: ‘Me es
suficiente vuestra sola palabra. Si es obra de Dios, ¡Él debe manifestar su
obra! Di esto no quiero ningún otro documento; sino que la carta sea la Virgen
María, Cristo sea el notario y los testigos los Ángeles”.
Como
acabamos de leer, desde aquel entonces los franciscanos han ido propagando el
sentido de esta fiesta, y no obstante se hizo muy conocida en el mundo y en la
historia de la Iglesia, lograr una indulgencia es un privilegio que solo es
dado por el santo padre en fechas muy significativas, pero como esta obra fue
de Dios, así como lo dice Francisco en esta fecha se gana una indulgencia para
si o para un difunto cada año.
En
el Perú, esta fiesta se hizo muy popular, habían centenares de personas que por
ganar la indulgencia hacían largos recorridos y penitencia para alcanzar la
gracia de la Porciúncula, es allí donde viendo la necesidad de estas personas
que en muchos casos no recibían alimentos desde el día anterior, surgió una
idea, y al mismo ejemplo de Jesús con la multiplicaciones de los panes los
frailes se las ingeniaron para dar de comer a todo este centenar de gente,
reuniendo diversos tipos de alimentos que eran donados por fieles devotos a la
orden y con lo cual ellos prepararon con cada uno de estos “PUCHOS” de
alimentos una comida a la que llamarón “PUCHERO”, quizás en honor a la comida
que se da en la sierra, pero con la característica de la humildad de los hijos
de san Francisco. Este caldo, contiene una porción o un “pucho” como lo llamaron
de cada cosa que venía en donación (carnes, tubérculos, menestras, hierbas y
demás), no hay una receta estipulada para este PUCHERO FRANCISCANO, esta se da según
lo que buenamente se consigue para su elaboración.
Hoy,
por hoy muchas parroquias franciscanas o de espíritu franciscano, en la fiesta
del Perdón en honor a Santa María de los Ángeles, brindan el famoso PUCHERO
FRANCISCANO a todas las personas que acuden a la fiesta de nuestra señora y que
logran conseguir el perdón de Asís. Hoy aunque la pandemia del 2020 no nos
permitió compartir de manera física, lo hacemos de manera espiritual.
Deseando
que el espíritu de san Francisco llene sus corazones y permita que alcancen la
gloria eterna, nos complace dar a conocer este sentido de esta fiesta y
agradeciendo a todos por la lectura de la misma.
A gloria y alabanza
de Cristo y de su siervo Francisco
Comparto alguna
fotitos de lo que fue el puchero 2019 en la Iglesia Franciscana de la
Inmaculada Concepción Templo Faro del
Callao.
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