LA COSECHA ESTA LISTA
Antes de terminar septiembre supo Francisco que ya estaba próximo el final y expresó su deseo de trasladarse a la Porciúncula ; quería morir en la que fue su verdadera cuna. Los hermanos organizaron el traslado .
Esta vez el cortejo era más numeroso, pero siempre escoltado por caballeros armados.
Ya el otoño había comenzado; en los viñedos había racimos maduros y en los trigales se iniciaba la ciega. Francisco no podía ver, pero si sentía el aire tibio y la fragancia de los campos. Sabía muy bien que era la estación de la cosechas.
Cuando pasaron cerca de la leprosería, el Pobrecillo hizo detener la comitiva y pidió que lo volvieran de cara a Asís. Lo llevaban sobre una litera. Haciendo un gran esfuerzo se incorporó como pudo y extendió sus manos huesudas hacia la ciudad recostada en la colina, con sus techos desiguales, sus murallas y sus torres. Se quedó por un momento mudo, como contemplando en su interior lo que sus ojos apagados no le permitían ver. Luego dijo pausadamente, con una voz cargada de nostalgia: "Bendita seas del señor... que en sus jardines florezca la paz y por tus tejas destile el perdón ".
El cortejo prosiguió lentamente, Sólo se escuchaba el ruido de las pisadas y el aletear de las aves.
Cuando llegaron a la Porciúncula, lo acomodaron en una cabañita que quedaba a unos pocos metros de la capilla que él mismo había reparado con sus manos hacía veinte años.
Fuente : Una vida que cuestiona de Fernando Uribe OFM
Comentarios
Publicar un comentario