TESTAMENTO INSOLITO
Muchos hermanos se habían hecho presentes en Asís. Habían llegado de los más diversos sitios cuando se enteraron de la gravedad de Francisco.
venían a darle la despedida pero, sobre todo querían recibir su bendición.
A medida que llegaban, se acercaban al lecho del enfermo y allí permanecían largo rato.
Con sus ojos vendados Francisco no los podía ver, pero al percatarse de su presencia los bendecía y les recomendaba no desfallecer en sus buenos propósitos.
Al volver a escuchar las voces de tantos compañeros del comienzo, no pudo evitar que su mente se poblara de recuerdos y que por su corazón cruzaran algunos relámpagos de angustia. Entonces le pidió al hermano León que escribiera lo que sería su testamento para todos los hermanos.
Comenzó recordando su pasado cuando, según él, se hallaba envuelto en pecados y cuando comenzó a descubrir el rostro del Señor en el rostro de los leprosos y de los mendigos. Luego continuó afirmando que todo lo que a él le ocurrió fue únicamente obra de la misericordia de Dios. y que con ellos trabajaba pobremente, vivía alegremente, oraba devotamente.
Cuándo llegó a este punto, el tono de Francisco cambió: ya no siguió dictando evocaciones, sino que comenzó a mandar y prohibir con acentos categóricos, como si en su alma reviviera el legislador. Ordenó que todos los hermanos aprendieran a trabajar, y que fueran pobres de verdad, que obedecieran a la iglesia y que permanecieran siempre fieles a la Regla que habían prometido. Dijo finalmente que quien cumpliera estas cosas, sería bendito del Señor.
Francisco terminó extenuado y los hermanos presentes, mirándose a la cara, salieron sin decir palabra.
Fuente : Una vida que cuestiona de Fernando Uribe Escobar
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